Friday, April 25, 2008

Serie de cuentos perdidos (butcher)

Cuentos Cortos
Serie Aunque Ud. lo Crea.

El Líder que no sabía que lo era.

Bolivia está repleta de cultos. Sumados a los cultos antiguos, están los cristianos, satánicos, esotéricos, agnósticos, y los orientales, en versiones variadas para escoger. La mayoría de estos grupos maneja algún engranaje, resorte o combustible de la economía boliviana. A todos les interesa sacar provecho, y su propio grupo de pertenencia evita los excesos o el pillaje, o al menos los socializa, disminuyendo así las críticas u oposiciones al respecto.
Hay un grupo muy especial, que encontró otro nicho, otro gusto, otra motivación, mayor a la economía. Seguidores de la filosofía griega, asumida opr un pequeño grupo de romanos que conservaron las prácticas de estos griegos, este grupo en Bolivia no se conoce entre sí. Sólo saben que sí funcionan como grupo y nada más.
Lo siento, sí hay algo más. Tienen una especie de líder, pero al revés. Es alguien que no intenta convencerlos de nada, ni guiarlos hacia algo. Ni siquiera tiene que demostrar carisma o dominar argumentaciones. El, "el líder", lo es porque él es el único que se conoce que pertenece al grupo. El único referente, hito, identidad, medio de comunicación, instancia de ejecución.
Les decía antes, que en realidad no había nada más que para contar, por una simple razón. Este líder no sabe que lo es. Hasta 1968, hay ligeras evidencias de que el grupo pudo mantener su estilo de vida silenciosa, con un líder incuestionable. El líder es un carnicero de profesión, que recibe una paga extra por desmembrar y sasonar carne de cerdo, manteniendo en reserva tal operación. El está convencido de que hace entregas de carne de cerdo a judíos que no quieren ser identificados ni como tales ni como degustadores de carne prohibida (los judíos, como los árabes, si son ortodoxos no comen ni tocan siquiera la carne de cerdo).
Lo que no sabe el carnicero es que se trata de carne humana. Carne de nalgas, de muslos. Ocasionalmente costillas o brazos. Usualmente niños o adolescentes que son enviados a trabajar a tierras alejadas. Nunca niñas o niños con familias viviendo en el mismo lugar que los glotones. No hay dolor ni saña, ni abuso físico de los nenes. El sabor, me confesó uno de ellos, no está sólo en la lengua, en el paladar, sino que se irradia por todo el cuerpo en forma de júbilo, de alegría. Han intentado reemplazar la carne humana por otros animales, y ninguna otra carne genera este efecto. Reconocen el manjar por la felicidad que provoca.

No sé si he probado carne humana, sólo sé que he sentido placer al degustar muy pocos pedazos de carne.

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