Monday, April 28, 2008

El elegido que no quería serlo

Había una vez... así comienzan los cuentos. Esta historia, no es cuento, así que no hubo ni una sola vez que ninguna de las generaciones que trasmitieron esta historia a la generación siguiente usar esa línea. Esta historia se comienza a contar de otra forma.
Reúnanse todos! Vengan y entérense y pongan atención con todos sus sentidos, y con los pies bien puestos en la tierra! Cuando escuchen lo que tengo que contarles, serán también parte de la historia, y si lo quieren, cuando ya no aguanten más el silencio, la contarán a otros! Así comenzaban, más o menos con igual tono y sentido de generación de historias compartidas, todos los caminantes cuentacuentas que pasean, de vez en cuando, por los pueblos olvidados de Bolivia.
Yo tuve la casualidad de estar en un pequeño pueblo beniano cuando pasó uno de estos caminantes que se alimentan del aire que respiran y trabajan recolectando aplausos. Qué pueblo? El nombre, no recuerdo pero sí recuerdo que tenía la plaza de cemento y ladrillos más grande que he visto en mi vida.

Este hombre, de acento inconfundiblemente de boliviano oriental, era alto y flaco, y parecía tener casi cuarenta. La solterona más vieja del pueblo, dueña de la pensión donde me alojé, lo recordaba de cuando él era adolescente. Qué bien se converva este hombre! me decía. Se reunían los niños, y los viejos en el centro de la plaza. Y en el centro de la plaza estaba el cuenta cuentos. Los adolescentes, dolientes de tantas ganas de nosesabe qué, miraban de reojo y actuaban como importunados por tanta gente junta en sus territorios usuales. El sol estaba rojo, como de vergüenza, pero no se iba. La tarde terminaba y la noche no quería comenzar todavía.
Entonces, pasó lo que tenía que pasar. El hombre, que se llamaba Placebo, aunque le quedó el nombre exclamativo de Placer! Vos!, gritaba con la voz y con las manos, como si así el viento lo ayudara a arriar a las gentes de pueblo a caminar hacia el centro de la plaza. Mano arriba, mano abajo, movimientos bruscos y rápidos, y pasó. Se cayo de culo, y por algún motivo, sonó como si tuviera un petardo atado ahí. Y las 20 personas que estaban cerca, y los casi 20 adolescentes que miraban de reojo, rieron al unísono. Ja ja ja ja!!! La risa fue como un segundo estruendo, más fuerte que la caída del Placebo. Y la gente comenzó a salir de sus casas. La risa, imán poderoso de los distraídos y de los busca alegrías, triplicó el grueso de la medialuna de personas alrededor Placebo.
Y tras la risa, ruidos de pies moviéndose y algunas risas y comentarios sueltos, y luego unos perros mordizqueándose, y luego... luego... cri cri, cri cri... ... silencio.
Váyanse por favor! Aléjense los oídos no preparados para escuchar lo que tengo que contarles. Aquellos que no estén listos psicológicamente y filosóficamente para escuchar esta historia, si quieren volver a dormir una vida sin preocupaciones, váyanse! Por favor, aquellos que realmente adoran saber de la vida de personas ilustres, dignas de aparecer en la televisión internacional e incluso mundial, por favor, acepten mi humilde invitación para escuchar esta historia directa. No me responsabilizo si alguien, luego de escuchar esta historia, no pueda nunca más volver a dormir, o a hacer hijos como corresponde. Le pido por favor a las madres que lleven a casa a sus hijos. Y aquellas mujeres que todavía dan pecho, se quedan bajo su propio riesgo de quedarse secas o pasarles la ansiedad a la leche que toman sus bebés, y es diarrea segura!
Algunos hacían amague de irse, pero se quedaron. Algunos padres mandaron, entre amagues de patadas y gritos en voz baja, a sus niños por supuesto desobedientes, a dormir.

Mi nombre es Placebo y estoy aquí por decreto presidencial de 1986, del excelentísimo señor presidente de la república, Victor Paz Estensoro. El expresamente me ha otorgado la plena potestar de divulgar el secreto más guardado durante la época de las guerras de independencia y de las primeras décadas de la república. Está escrito en piedra de nuestros antepasados, los Incas, que entre Uds. ha nacido ya alguien que es heredero de la mayor fortuna boliviana. El objetivo de mi vida, es darles las pistas para encontrar quién de Uds. es esta persona.
El científico más reconocido en Alemania, el ilustre Doctor Klaus del Instituto "Max Plax", ha comprobado cada uno de los hechos que estoy por contar. Esta información se viene publicando desde hace más de 40 años y hasta hoy sólo las familias más ricas de Europa habían tenido acceso a esta información. Como pueden ver aquí en estas carta-documentos, cuyos originales guardo en una bóveda personal del Banco Central de Bolivia, los principales diarios del mundo, hoy extintos, dan fe de todo lo que estoy por contarles a Uds. Por favor, quienes tengan cómo anotar lo que diré, háganlo. Quienes no, por sólo 3 bolivianos pueden obtener una copia notarialmente certificada en la ciudad de Holanda y con sello rojo de la embajada alemana en La Paz. Mientras decía esto, iba mostrando los documentos.

El Doctor Klaus, arqueólogo experto en los Incas, ha descubierto lo que significan los dibujos que están en Tihuanacu. Su significado es dramático, porque dice que alguien en este pueblo, tendrá y tiene las habilidades de nacimiento que se requieren para ser la persona más poderosa de Bolivia.
Abrió un pergamino, y comenzó a leer.

Autorizo al ciudadano Placebo Júbilo, a contar a los pobladores de este pueblo, lo que necesitan saber para descubrir a la próxima persona más poderosa de Bolivia. Limpia su garganta. Mira a los oyentes, mientras hunde su barbilla en el pecho, y grita súbitamente, levantando cabezas y sacudiendo mente distraídas.

El elegido tiene un lunar en un lugar que no se puede mostrar, y ya no es virgen -esto incluía a todos los mayores de 12 años, así que todos se miraron, y quienes conocían de otros las partes que no se pueden mostrar, abrían los ojos e inhalaban aire para ocultar su descubrimiento.

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