Thursday, February 12, 2009

Resumen de artículo sobre movilizaciones indígenas

Bolivia: Tiempos rebeldes coyuntura y causas profundas de las movilizaciones indígenas populares
Extensión: 13 páginas
Marta Cabezas Fernández (1)
E-mail: cabezasmarta@hotmail.com

En este marco, el indio ha sido visto por las élites como el principal límite para la construcción del Estado-nación y se han sucedido diversos proyectos de exterminio cultural y explotación económica de la indiada. En definitiva, el racismo de Estado forma parte del origen mismo de la república de Bolivia, que hoy quieren borrar los movimientos sociales a través de una Asamblea Constituyente que la refunde.

En un contexto donde no se reconoce a los indios como sujetos políticos, ni colectivos, ni individuales - recordemos que no fue hasta la revolución de 1952 que los indios lograron estatus ciudadano - la rebelión se convierte en el lenguaje fundamental a través del cual el indio formula sus demandas a la sociedad al igual que la represión militar y la masacre son las respuestas históricas del Estado a estas demandas. Así, el campo político boliviano queda atrapado a caballo entre "la violencia rebelde y la violencia estatal" (Rivera 1986:16), configurando lo que Albó denomina "una cultura política confrontacional" (Albó 1993:13) (4).

En definitiva, están en conflicto dos agendas políticas, en un ambiente de extrema polarización política: por una parte, los movimientos sociales exigen la restitución de la "agenda de octubre" de 2003, que surgió de la "guerra del gas", demandando nacionalización de los hidrocarburos y convocatoria a una Asamblea Constituyente, y por otra, los defensores del status quo, luchan por llevar a cabo la "agenda de enero" de 2005, su alter ego, para sustraer del debate nacional las autonomías departamentales, donde las élites esperan reconstruir su proyecto político y acaparar nuevamente los recursos estratégicos del país.

En segundo lugar, cabe destacar que las bases sociales de los partidos políticos contrahegemónicos siguen actuando como movimientos sociales, haciendo política fuera de los lugares de la "política formal", de modo que estos partidos se ven, por un lado, rebasados por la radicalidad de sus bases y, por otro, en una papel ambiguo con respecto a la democracia formal, que apoyan pero también mantienen en jaque desde las calles.

Por último, y no menos importante, la larga historia de exclusión política ha generado en los movimientos sociales una cultura política de oposición, que deben superar hacia una cultura de ejercicio alternativo del poder, que no replique los males del sistema político como son el prebendalismo, el caudillismo, la corrupción y las prácticas excluyentes.



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