Friday, December 13, 2019

Lenguaje guerrero

El abuso, los niños lo copian

Qué tentación me da sumarme a las arengas catárticas que exaltan la violencia como camino corto para construir democracia. 

En 194 años de vida republicana, llevamos 192 interrupciones a la misma. 


Lo jodido de los discursos guerreros, tan atractivos, es que luego te pueden querer hacer lo mismo. Como le pasó a Evo con su Tweet hacia Carlos Valverde

Hacer apología de la violencia, me parece una opción táctica útil aunque limitada. Si te interesa meter miedo a los oponentes y llevarlos a negociar, sirve. También disuadir a los indecisos para que elijan "nuestro bando", y promover la auto-censura para evitar disidencias. 

Esto puede dar lugar a declaraciones de victoria antes de tiempo y perder la capacidad reflexiva donde se necesita y que es el motivo de fondo por el cual todos nos emputamos ante Evo y el MAS:  es vital crear confianza en las instituciones, un marco básico de certidumbre.


El problema de fondo es que cuando el lenguaje guerrero nos vuelve insaciables e irreconciliables, ya no sirve para fortalecer la democracia y los valores democráticos: honestidad, respeto mutuo, escuchar y conversar, colaborar con el propósito de convivir en vez de destruir. 

Sin instituciones que resuelvan problemas reales de la sociedad civil, no hay condiciones para vivir en libertad. Necesitamos libertad para poder prosperar. Y la prosperidad es una condición sine qua non para mejorar la calidad de vida, para la dignidad de todos los ciudadanos.


Es nuestra responsabilidad como ciudadanos (sociedad civil), encontrar cómo llevar a que los partidos políticos y el Estado (sociedad política) estén a nuestro servicio y no se sirvan de nosotros para sus negocios particulares.


Y entender que el discurso y la arenga violenta tiene un uso táctico, como las fuerzas de choque. Especialmente ante la lógica sindical y de siglos de pensamiento autoritario dominado por varones que sólo quieren dominar, acaparar, y que ven la vida republicana como un tema de lucha y conquista de territorios.


Creo que estamos pasando un momento donde nos estamos uniendo más con nuestras familias y amigos. Hay más conversaciones. Queremos cambios reales. 

Está en nosotros generar un punto de inflexión, que para mí, consiste en desincentivar las transacciones ganar-perder (yo gano a costa tuya) y promover transacciones ganar-ganar. Tal cual se usa en los negocios más duraderos y prósperos.

Para pasar de una "hegemonía cerrada" (donde no hay participación y debate reales, una dictadura tipo EVO) a una poliarquía (forma democrática donde hay participación y  debate reales), que sería la vía directa, el país necesitará narrativas firmes de no-violencia. La violencia quita legitimidad a cualquier proyecto político, más aún si tiene como objetivo la convivencia democrática. Esto es utilizando las palabras-concepto de Robert Dahl, uno de los pensadores más reconocido para pensar y aterrizar las democracias modernas.

Para mí, primero están los valores democráticos : honestidad, respeto mutuo, escuchar y conversar, propósito de convivir, responsabilidad, transparencia. Esto, es la base para la convivencia. 



No olvidemos que el propósito de la democracia es la convivencia


Es sano  darnos cuenta a tiempo cuándo asumimos posiciones de fanáticos (personas que no están dispuestas a reflexionar sobre las consecuencias de sus acciones). 

Yo, estoy dispuesto a escuchar y aprender de todos Uds., y corregir en mí cualquier postura que nos aleje de objetivos en común.