Wednesday, February 18, 2009

Fuentes para un discurso integrador a nivel social y personal

Estoy escuchando y viendo  este video que está dentro de la página oficial de la Alianza para una Nueva Humanidad -capítulo Europeo. Allí conocí a Satis Kumar, entre otros. Me encantaría que podamos aprender de personas como él. Ojalá, de alguna forma, sus intenciones y formas de hablar y sentir, aparezcan de alguna forma en las nuestras.
Pongo aquí algunos videos que considero vital compartir con Uds. Por qué vital? Porque de aquí saldrán las fuentes de inspiración para que podamos imaginar un mundo más allá de derechas o izquierdas, y podamos comprender la política no como partidos arrancándole a la gente el poder de sus cuerpos sino como nuestra capacidad para ponernos de acuerdo.

Satish Kumar: transformación educativa



Fred Matser: transformación civil


Vandana Shiva: transformación sustentable


Deepak Chopra: transformación personal


Koldo Saratxaga: transformación organizacional


Lo gratis y lo pagado.

En un mundo donde el dinero manda al deseo, compartir algo gratis, permite compartir deseos más allá del interés/bien personal.

La verdadera Revolución, post-cocho


La verdadera revolución en Bolivia, que sí o sí es una revolución a nivel de transformación personal, es una revolución de mujeres, no de hombres.

Los hombres, ya nos aplazamos.

hay que generarles los espacios a las mujeres para que puedan ser bellas personas, sin que tengan que ponerse "magníficas" sólo de cuerpo.

PS: Recuerdo que cuando comenzaron las magníficas, en la laguna palmira hace como 12 años, la "esencia" del ser mujer hoy, quedó impregnada en los cuerpos de las chicas que se animaron a desfilar en bikini con sus tapa-rabos. Todas lo sintieron, y si lograron sobrevivir, fue porque sintieron que estaban construyendo un espacio donde podían adquirir poder por sobre los animalotes que sólo querían marcarlas, gritando a viva voz, como si estuviaran en una cancha obscena... Co-cho! Co-cho! Co-cho!

La victoria de las mentes femeninas, sobre las marcas de sus cuerpos, comenzó con las Magníficas de cuerpo. Ahora es tiempo de las Magníficas de alma y corazón.


Burbujas financieras? Comencemos de nuevo.

De De esto no voy a escribir



Eduardo Paz, es uno de los pocas personas en el ambiente del corporativismo empresarial con las que siento que sí se puede conversar de construir ciudadanía. Es una persona franca, y si bien tenemos puntos de partida diferentes, sí encuentro en él una persona que le interesa de verdad constuir futuros compartidos. Aproveché una visita que hice a la CAINCO, y nos juntamos a charlar. Mientras conversábamos sobre educación, economía institucional,  no podía dejar de ver sobre su mesa de reuiniones una imagen con circulitos azules. Le pregunté de qué era, y me explicó fugazmente que era el tamaño antes y después de la crisis financiera.
Se me ocurió juntas aquí algunos links sobre la crisis financiera, que en lo personal me provocaron emociones cruzadas, es decir, me dejan sin saber si llorar, putear o simplemente decir otra vez, comencemos de nuevo. Pero esta vez, no bajo la angustiosa farsa de comenzar "de cero", sino que aprendamos de lo que fue, aprendamos de los errores y de las confusiones. Recuerdo todavía cómo una gran amiga me decía que en la vida, las cosas de las que uno no aprende, se te repiten. Se te repiten para que aprendas la lección de vida. Y la pregunta ahora es, ¿aprendimos nuestra lección?

Aquí algunos links, lamento que casi todos estén en inlgés, pero es que Crisis, se escribe y pronuncia en inglés.
  1. Para comenzar, humor. La mejor explicación, con humor, de la lógica de quienes generaron esta crisis financiera.
  2. El libro de Meltdown, sobe la crisis y el rol de la reserva federal, aquí un video armado por sus fans.
  3. Artículo de Barry Ritholtz sobre las dificultades para publicar un libro en McGraw Hill que contenía capítulos donde habla sobre las agencias que dan los ratings financieros, entre ellas, STANDARD & POOR’S
  4. Aquí el testimonio ante el parlamento, de Deven Sharma, presidente de S&P.
  5. Aquí un artículo del 2007, sobre los ratings de Moody's
  6. Aquí Roger Congleton escribiendo sobre la política económica de la crisis financiera.
  7. 4 trillones de dólares, es lo que pondrán los taxpayers, para salvar a los bancos.
  8. Sobre los salarios de los ejecutivos, cómo el presidente los baja a todos.
  9. El rol de Google como salvador de las energía verde.


Friday, February 13, 2009

Joan Prats: superar la democracia delegativa y el capitalismo de camarilla (parte 2)

EL PROGRESO NO ES LO QUE ERA: FUNDAMENTOS INSTITUCIONALES PARA UN PAÍS EN RIESGO
Extensión: 41 páginas.
Joan Prats i Català
Director Instituto Internacional de Gobernabilidad de Catalunya

1.5. Qué son y por qué son importantes las instituciones: instituciones, conflicto social y desarrollo


La concepción del desarrollo como expansión de la libertad
nos lleva a una concepción  integral u holística en que las diferentes
dimensiones del desarrollo (económica, social,  política, jurídica,
medioambiental, de género, cultural, etc.) no sólo deben considerarse 
en su totalidad sino que, además, se interrelacionan e influencian unas
con otras. El  desarrollo exige la eliminación de las principales
fuentes de privación de libertad: las  guerras y conflictos violentos,
la pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades  económicas y las
privaciones sociales sistemáticas, el abandono en que pueden 
encontrarse los servicios públicos... El problema del desarrollo es un
problema de  negación de libertades que en ocasiones procede de la
pobreza, en otras de la  inexistencia de servicios básicos y en otras
de la negación de libertades políticas o de  la imposición de
restricciones a la participación efectiva en la vida social, política
y  económica de la comunidad.

Ahora bien, para la teoría del
desarrollo humano la libertad no sólo es el criterio evaluativo  de las
instituciones sino también el medio instrumental para su mejoramiento,
el cual  depende de la agencia humana libre. Las libertades no sólo son
el fin principal del desarrollo, sino que se encuentran, además, entre
sus principales medios. Existe una  notable relación empírica entre los
diferentes tipos de libertades: las libertades políticas  (en forma de
libertad de expresión y elecciones libres) contribuyen a fomentar la 
seguridad económica; las oportunidades sociales (en forma de servicios
educativos y  sanitarios) facilitan la participación económica; los
servicios económicos (en forma de  oportunidades para participar en el
comercio y la producción) pueden contribuir a generar  riqueza personal
general, así como recursos públicos para financiar servicios
sociales...

Algunos estudiosos observan irónicamente que de
haberse seguido el catecismo  Washington ni Alemania ni los propios
Estados Unidos hubieran podido industrializarse  jamás. Lo más
llamativo con todo es la fuerza y convicción con que tales políticas 
trataron de imponerse por las instituciones financieras internacionales
sobre todo cuando  se las contrasta con la tolerancia y permisividad
con que vieron su perversión práctica en el proceso político
especialmente latinoamericano.

Hoy hemos llegado a un punto en que ya no hay discurso ni  documento que no contenga lo que peligra ser la “nueva panacea”: put your institutions  right
parecería ser el nuevo eslogan… muchas veces la nueva retórica de la
reforma institucional encubre las viejas prácticas tecnocráticas de la
reforma o modernización de la administración y de la gestión pública.



En realidad las  instituciones sólo tienen
relevancia para el desarrollo cuando se las distingue nítidamente de
las organizaciones. Las instituciones son las reglas del juego formales
e  informales que pautan la interacción entre los individuos y las
organizaciones. Las  instituciones no son cosas, su existencia es
meramente abstracta, no tienen objetivos, aunque cumplen importantes
funciones sociales. Son el marco de constricciones  e incentivos en el
que se produce la interacción social. Se corresponden con determinadas
correlaciones o equilibrios de poder y viven y se apoyan en nuestros
modelos  mentales, valorativos y actitudinales. Por ello mismo no
tienen nada de social o políticamente  neutral. Son formales e
informales: las formales se confunden con las reglas  del juego legal o
socialmente proclamadas; las informales con las reglas efectivamente 
interiorizadas y vividas.
En América Latina casi nada es lo que
parece ser porque, en  muchos ámbitos, prevalece claramente la
informalidad institucional en contradicción a  veces con la formal a la
que anula y substituye en los hechos. Por eso casi todo lo  importante
que en la región acontece toma siempre por sorpresa a los observadores 
precipitados. Pretender cambiar la institucionalidad sin considerar la
informalidad  —que otros llaman ahora el capital social— no sólo es un
despropósito teórico en  nuestras latitudes sino sencillamente locura o
cinismo.

Las instituciones son importantes porque de ellas depende en gran medida la  estructura de incentivos de la interacción humana, lo que equivale a decir que los  sistemas institucionales difieren entre sí por el tipo de comportamientos individuales y  organizativos que incentivan. Plantearse el desarrollo institucional equivale a plantear-  se el cambio del sistema de incentivos vigente en una sociedad.



Estado débil y Estado Fallido

Estoy limpiando mi Firefox, tenía muchas webs guardadas en una barra. Esto me puso a releer algunos posts de este sitio. Lo había guardado por no sé qué curiosidad epistemológica (=ganas mm..., de conocer jeje). Me limito a hacer un copy&paste del este y este posts, marcando en anaranjado lo que más me atrapó.

Susan Rice, quien fue nombrada embajadora de los Estados Unidos ante la ONU elaboró, junto con Stewart Patrick una tabla de debilidad estatal. Este es el mapa que resulta de la tabla:


Estados débiles


De acuerdo a este estudio que sólo considera el "mundo en desarrollo", hay 119 estados más débiles que México y 21 más fuertes.


¿Qué es un estado fallido?

María Amparo Casar aborda el tema en el número reciente de nexos. ¿De qué hablamos al referirnos a los estados fallidos? ¿Qué consecuencias tendría ubicar a México en esa categoría? La noción surgida tras la guerra fría está marcada por la ambigüedad. Sin embargo, ha habido esfuerzos interesantes por precisar los alcances del concepto y aún, técnicas para medir los índices de vulnerabilidad estatal. El esfuerzo más acabado es el de Foreign Policy y el Fondo para la Paz que anualmente presentan una cartografía de estados fracasados o en curso de fracaso. Su reporte hace explícitas las categorías de análisis y el método empleado para medir la estatalidad. El libro más importante sobre el tema es el coordinado por Robert Rotberg titulado When States Fail: Causes and Consequences. Diversos especialistas analizan los aspectos fiscales, económicos, legales, societarios que conducen a la quiebra del Estado. Otro volumen interesante es Making States Work: State Failure And The Crisis Of Governance, dirigido por Simon Chesterman, Michael Ignatieff, y Ramesh Chandra Thakur. Dirigiendo la atención a la cura, resalta el trabajo de Ashraf Ghani y Clare Lockhart, Fixing Failed States.

FSIndex2008


La aplicación del concepto a México ha sido abordado aquí por René Delgado, Jaime Sánchez Susarrey, Manuel Camacho, Germán Martínez, Javier Ibarrola, Diego Valadés, Lorenzo Meyer, Sergio Aguayo y Mauricio Merino, entre otros. Éste último, releyendo a Hermann Heller, apunta:

El Estado no sólo fracasa cuando deja de cumplir sus funciones fundamentales (la seguridad, la cohesión social, la garantía del derecho y la procura existencial), sino cuando deja de ser de todos. Cuando pierde su condición de organización soberana sobre todos los demás intereses; no para que uno solo decida, sino para que todos convivamos en orden. El verdadero Estado fallido es, así, el Estado parcial e impotente. Como el que tenemos en México.

Thursday, February 12, 2009

Los derechos humanos entre humanos Derechos.

Qué lindo es haber leído Galeano en la adolescencia. Me hizo bien don
Eduardo. A él le debo no sólo la inspiración de algunas santas locuras
y la palabra simple para mostrar lo complejo. Encontré El Libro de los Abrazos, completito, en google books. Después encontré aquí, una versión copy&paste de lo que estaba hilando entre Ingrid Betancourt y yo, a través de Galeano.

La cultura del terror /2

La extorsión,

el insulto,

la amenaza,

el coscorrón,

la bofetada,

la paliza,

el azote,

el cuarto oscuro,

la ducha helada,

el ayuno obligatorio,

la comida obligatoria,

la prohibición de salir,

la prohibición de decir lo que se piensa,

la prohibición de hacer lo que se siente

y la humillación pública

son
algunos
de los métodos de penitencia y tortura tradicionales en la vida de
familia. Para castigo de la des-obediencia y escarmiento de la
libertad, la tradición familiar perpetúa una cultura del terror que
humilla a la mujer, enseña a los hijos a mentir y contagia la peste del
miedo.

- Los derechos humanos tendrían que empezar por casa? -me comenta, en Chile, Andrés Domínguez.

Joan Prats: superar la democracia delegativa y el capitalismo de camarilla Parte 1

EL PROGRESO NO ES LO QUE ERA: FUNDAMENTOS INSTITUCIONALES PARA UN PAÍS EN RIESGO
Extensión: 41 páginas.
Joan Prats i Català
Director Instituto Internacional de Gobernabilidad de Catalunya


1.1. Agosto de 2003: crónica de una coyuntura difícil
(La dirigencia política)  se empecinaba en la tesis de que la dura crisis que se vivía era de naturaleza económica y social. Se negaba a reconocer lo que para muchos otros resultaba una evidencia, a saber, que se había agotado el modelo de gobernabilidad democrática vigente desde 1985.

La situación social parecía tocar fondo: la CEPAL advertía que más del 20 por ciento de los bolivianos padecían de desnutrición crónica; que los ingresos de los bolivianos habían caído en una sexta parte en los últimos cuatro años y muy especialmente los de los sectores más pobres; que la desigualdad había aumentado llegando a superar la de Brasil; que el 45,5 por ciento de los bolivianos  estaban por debajo de la mitad del ingreso promedio nacional; que un tercio de los  bolivianos tenían un ingreso anual promedio inferior a los 200 dólares anuales; que,  según datos del INE, desde 1998, la población sin energía eléctrica había aumentado  en 800.000 personas, la que no disponía de agua potable había aumentado en más de  un millón, y que los hogares sin servicio sanitario habían crecido en un 2,4 por ciento;  a la vez que se denunciaban situaciones de cuasi-esclavitud en el Chaco.1  que más del 20 por ciento de los bolivianos padecían de desnutrición crónica; que los  ingresos de los bolivianos habían caído en una sexta parte en los últimos cuatro años  y muy especialmente los de los sectores más pobres; que la desigualdad había  aumentado llegando a superar la de Brasil; que el 45,5 por ciento de los bolivianos  estaban por debajo de la mitad del ingreso promedio nacional; que un tercio de los  bolivianos tenían un ingreso anual promedio inferior a los 200 dólares anuales; que,  según datos del INE, desde 1998, la población sin energía eléctrica había aumentado  en 800.000 personas, la que no disponía de agua potable había aumentado en más de  un millón, y que los hogares sin servicio sanitario habían crecido en un 2,4 por ciento;  a la vez que se denunciaban situaciones de cuasi-esclavitud en el Chaco..1  que más del 20 por ciento de los bolivianos padecían de desnutrición crónica; que los  ingresos de los bolivianos habían caído en una sexta parte en los últimos cuatro años  y muy especialmente los de los sectores más pobres; que la desigualdad había  aumentado llegando a superar la de Brasil; que el 45,5 por ciento de los bolivianos  estaban por debajo de la mitad del ingreso promedio nacional; que un tercio de los  bolivianos tenían un ingreso anual promedio inferior a los 200 dólares anuales; que,  según datos del INE, desde 1998, la población sin energía eléctrica había aumentado  en 800.000 personas, la que no disponía de agua potable había aumentado en más de  un millón, y que los hogares sin servicio sanitario habían crecido en un 2,4 por ciento;  a la vez que se denunciaban situaciones de cuasi-esclavitud en el Chaco...

Entretanto, los partidos políticos de la coalición parecían no enterarse de la  gravedad de la situación: aprisionados en el juego instalado por los “operadores políticos”  vuelto ya ineficiente, sus miembros más lúcidos se confesaban impotentes para  enderezar el rumbo: conflictos graves en la institucionalización del MIR, guerra de  cuoteos y prebendas, visión patrimonial del Estado y mercantilista de la economía,  confusión de la gobernabilidad con la disposición de mayorías congresuales, alta  fragmentación interna, incapacidad de dialogar con la oposición en sede parlamentaria,  fragmentación de la acción del gobierno... y falta de apoyo decidido a la lucha contra la  corrupción.

El Congreso boliviano salido de las elecciones  de 2002 era el más representativo de la historia republicana del país. Todos los sectores  sociales de un país tan fragmentado étnica y territorialmente y tan desigual podían  sentirse debidamente representados. Se trataba de una gran victoria del proceso de  democratización iniciado en 1982. Pero fue interpretado como una amenaza al statu  quo político y se intentó reducir y dividir a la oposición sin considerar prácticamente  ninguna de sus propuestas y tratando de deslegitimarla, a lo que contribuyó no poco la  bisoñez y las limitaciones de la propia oposición. Ni siquiera fue posible el acuerdo en  el nombramiento de los altos cargos que como el Defensor del Pueblo, el Tribunal Constitucional, la Corte Suprema o el Consejo Judicial debían dar testimonio de imparcialidad política, integridad personal y competencia profesional.


1.2. El agotamiento del impulso reformista en Bolivia

Y es que efectivamente, las reformas impulsadas no pudieron ir más  allá de los límites lógicos del modelo de gobernabilidad democrática instaurado desde  1985: (1) el Legislativo fue reducido a la función —tan necesaria como insuficiente— de  proporcionar mayorías al Ejecutivo, pero renunció a toda iniciativa legislativa, fue nula  su capacidad de control del Ejecutivo, no fue la Cámara de los grandes debates y  pactos sobre el futuro del país y, con todo ello, perdió legitimidad representativa; (2) el  Ejecutivo pudo actuar con gran discrecionalidad y sin otro condicionante que los pactos  entre los líderes de los partidos, celebrados en sede propia y al margen del Parlamento;  la responsabilización horizontal brilló por su ausencia ante la lógica de cuoteo partidista  y de prebendalismo desde la que se compusieron los órganos superiores del Poder  Judicial; (3) el Estado de Derecho apenas pudo iniciar su camino quedando bloqueado  tras sus primeros pasos por la insuficiencia de la legalidad y de la responsabilización  administrativa, por la corrupción e ineficiencia judicial, por la desconfianza hacia la  policía, por las insuficiencias en la protección de los derechos humanos, por la débil  definición y protección de los derechos de propiedad de los pobres, por la incapacidad  de las instituciones para poner fin a los abusos en la adquisición irregular de tierras por  parte de los poderosos, por la confusión del Estado de Derecho con la mera seguridad  jurídica del statu quo...; (4) las reformas administrativas equivocaron su camino, pues  esquivaron el difícil objetivo de construir la legalidad administrativa y la garantía de los  derechos de los ciudadanos ante la Administración, cayendo en el señuelo de la  construcción imposible de una administración por resultados sobre el suelo de una  administración patrimonializada políticamente; (5) al final se revelaba que las reformas  institucionales se frenaban allí donde entraban en contradicción con el sistema de  partidos políticos institucionalizado, el cual, para asegurar la gobernabilidad interna de  los mismos, exigía discrecionalidad en los gobiernos para articular arreglos contractuales  con los empresarios (mercantilismo), control de los cargos públicos para compensar la  militancia partidista (patrimonialismo) y discrecionalidad en la asignación del gasto  social (clientelismo).



Los límites del modelo, muchas veces anunciados, se hicieron patentes con el estancamiento en 1999 de la economía.

Muchas confusiones y equívocos  comenzaban a caer: Bolivia era un sistema indudablemente capitalista pero no era  propiamente una economía de mercado. Sus mercados estaban fragmentados no sólo  económica y territorialmente sino también institucionalmente: las transnacionales habían  invertido generando su propio marco regulador e impulsando la creación de agencias  reguladoras que en parte las eximían del riesgo de captura política; las élites económicas renovaban su práctica tradicional de negociados informales con el poder político, los  cuales constituían el verdadero régimen o institucionalidad de la economía; más allá la  gran masa de la informalidad económica campaba a su aire, sin que nadie pareciera  interesado en articular una “burguesía chola” como apoyo social e impulso empresarial  de una verdadera economía de mercado.


1.3. Democracia y gobernabilidad: la crisis es política y de modelo de gobernabilidad, no es una crisis democrática

Collier y  Levitsky han identificado más de 550 subtipos de democracia en una revisión de 150  trabajos recientes2. Muchos siguen un concepto minimalista de democracia que podemos  calificar como “democracia electoral”, derivado de la definición de democracia de  Shumpeter como “un sistema para llegar a la toma de decisiones políticas en el que  los individuos adquieren el poder de decidir por medio de un esfuerzo competitivo por  conquistar el voto popular”.

En  efecto, las fórmulas, reglas o procedimientos utilizados por los actores estratégicos  para tomar decisiones y para resolver sus conflictos sólo en parte responden a la  formalidad institucional democrática. En buena parte vienen también determinadas por  una informalidad institucional —a la que popularmente nos referimos como  patrimonialismo, clientelismo, prebendalismo y un largo etcétera— sin cuya conside-  ración no puede captarse la verdadera naturaleza del régimen político vigente. Guillermo O’Donnell se refería a este mismo fenómeno al calificar las democracias latinoamericanas como democracias delegativas, las cuales, aunque parecen tener las mismas  características formales que las democracias liberales son institucionalmente muy  frágiles y plantean serios problemas para la estabilidad y calidad de las democracias.

El  capitalismo de camarilla es un capitalismo en el que los políticos en el poder y  determinados grupos empresarios se reconocen, conciertan y actúan como compinches.  Stephen Haber8 argumenta que se trata de una forma capitalista de resultados menos  eficientes y equitativos que la economía de mercado institucionalizada, pero que es la  única que puede asegurar un cierto tipo de crecimiento en condiciones de inestabilidad  política y/o fuerte desigualdad social.

Se trata de un capitalismo sujeto a reglas, pero no se trata de reglas universales, sino  elaboradas concertadamente por y para la camarilla. La gobernanza económica en que  se expresa es creada por los miembros de la camarilla en beneficio propio, aunque se  impone su respeto al conjunto de la población. De esta manera el gobierno resuelve el  problema del compromiso generando estructuras de confianza entre los compinches  que de esta manera ya pueden invertir y tener una cierta seguridad para sus inversiones  mientras se mantengan en la camarilla. Así, cuando es capaz de reacomodarse al  cambio de sus miembros y de los sucesivos gobiernos, la camarilla se institucionaliza.  En realidad la gobernanza política y económica que resulta expresa un proceso iterativo  de contratos y recontratos entre los compinches.

Este sistema condena necesariamente a la informalidad económica y a la ilegalidad tributaria a la gran mayoría de los emprendedores del país. El emprendedor no puede  formalizarse porque al no poder por lo general integrarse en la camarilla no queda  protegido por el sistema de seguridades informales de los miembros de ésta. Si se  formaliza, soporta los altos costos de transacción por incertidumbre característicos de  los gobiernos sin o con bajo nivel de estado de derecho. Se refugia entonces en la  informalidad con lo que no sólo se impide el desarrollo de clases medias productivas  que amplíen la base fiscal y la ciudadanía sino que se crea un freno tremendo al  desarrollo al limitarse las transacciones económicas al ámbito de confianza personal característico de los mercados informales.

El capitalismo de camarilla al no reconocer verdaderos derechos universales de  ciudadanía económica también estimula los corporativismos de todo tipo. Las personas,  ante la falta de instituciones que garanticen sus derechos de modo igual, tienden a  agruparse en corporaciones profesionales, gremiales, empresariales de todo tipo, que  por lo general tampoco propenden a la creación de un orden jurídico y económico  universal sino a la defensa del statu quo, en el peor de los casos; o a la captura de  rentas legalmente garantizada, en el mejor. Lógicamente nada de todo esto favorece ni  el desarrollo democrático ni el avance del estado de derecho. No resulta extraño, pues,  que los bolivianos, de modo prácticamente unánime, en todos los estudios sociales  que nos son conocidos, manifiesten altos niveles de confianza interpersonal en su  círculo vital de referencia (familia, comunidad, iglesias...) y bajísimos e inquietantes  niveles de confianza en relación al funcionamiento de las instituciones generales (le-  yes, políticas, policía, jueces, ejército).

Llegados a este punto estamos analíticamente pertrechados para interpretar mejor la  crisis de gobernabilidad boliviana: la nueva política económica y la primera  democratización no instalaron en el país ninguna economía de mercado, ningún propio  estado de derecho, ninguna democracia de calidad. Ya hemos reconocido antes sus  méritos históricos relativos. Pero de mercado, Estado y democracia sólo sembraron  los gérmenes porque fijaron la estabilidad política en un capitalismo de camarilla,  capturador del proceso político, basado en arreglos principalmente informales entre las  élites políticas y económicas integradas, incapaz de formalizar y estimular las  capacidades productivas del país, envuelto en una gran opacidad y discrecionalidad,  de todo lo cual sólo podían emanar políticas de desarrollo coherentes con los intereses de la camarilla, que trató de legitimarse adornándose con  pobres ropajes de democracia,  estado de derecho y economía de mercado, ayudado todo ello por la falta de  comprensión del verdadero significado de estos conceptos en la cultura política, económica y legal del país.





Resumen de artículo sobre movilizaciones indígenas

Bolivia: Tiempos rebeldes coyuntura y causas profundas de las movilizaciones indígenas populares
Extensión: 13 páginas
Marta Cabezas Fernández (1)
E-mail: cabezasmarta@hotmail.com

En este marco, el indio ha sido visto por las élites como el principal límite para la construcción del Estado-nación y se han sucedido diversos proyectos de exterminio cultural y explotación económica de la indiada. En definitiva, el racismo de Estado forma parte del origen mismo de la república de Bolivia, que hoy quieren borrar los movimientos sociales a través de una Asamblea Constituyente que la refunde.

En un contexto donde no se reconoce a los indios como sujetos políticos, ni colectivos, ni individuales - recordemos que no fue hasta la revolución de 1952 que los indios lograron estatus ciudadano - la rebelión se convierte en el lenguaje fundamental a través del cual el indio formula sus demandas a la sociedad al igual que la represión militar y la masacre son las respuestas históricas del Estado a estas demandas. Así, el campo político boliviano queda atrapado a caballo entre "la violencia rebelde y la violencia estatal" (Rivera 1986:16), configurando lo que Albó denomina "una cultura política confrontacional" (Albó 1993:13) (4).

En definitiva, están en conflicto dos agendas políticas, en un ambiente de extrema polarización política: por una parte, los movimientos sociales exigen la restitución de la "agenda de octubre" de 2003, que surgió de la "guerra del gas", demandando nacionalización de los hidrocarburos y convocatoria a una Asamblea Constituyente, y por otra, los defensores del status quo, luchan por llevar a cabo la "agenda de enero" de 2005, su alter ego, para sustraer del debate nacional las autonomías departamentales, donde las élites esperan reconstruir su proyecto político y acaparar nuevamente los recursos estratégicos del país.

En segundo lugar, cabe destacar que las bases sociales de los partidos políticos contrahegemónicos siguen actuando como movimientos sociales, haciendo política fuera de los lugares de la "política formal", de modo que estos partidos se ven, por un lado, rebasados por la radicalidad de sus bases y, por otro, en una papel ambiguo con respecto a la democracia formal, que apoyan pero también mantienen en jaque desde las calles.

Por último, y no menos importante, la larga historia de exclusión política ha generado en los movimientos sociales una cultura política de oposición, que deben superar hacia una cultura de ejercicio alternativo del poder, que no replique los males del sistema político como son el prebendalismo, el caudillismo, la corrupción y las prácticas excluyentes.